El color es una percepción visual que genera nuestro cerebro al interpretar la información que recibe nuestra vista sobre las ondas que desprenden y, por lo tanto no absorben, los objetos en los que la luz rebota. En función de estas ondas, y de las diferentes fuentes y la intensidad de luz, los objetos se perciben de una forma u otra, variando sus tonalidades.
La luz, efectivamente, influye en gran medida a la hora de apreciar los colores de las cosas. Así, un objeto no se ve igual cuando hace sol, está nublado o está alumbrado por una luz fluorescente. De hecho, todas las fuentes de luz que actúan sobre un objeto influyen en su apariencia final y, por eso, la iluminación es una parte fundamental de la decoración.
Si iluminamos una habitación de paredes blancas con lámparas de luz cálida, se acentuarán los tonos marrones y rojizos, y las paredes parecerán tener una tonalidad amarillenta que hará que la habitación resulte cálida.
En cambio, si esta misma habitación la iluminamos con lámparas de luz blanca, se acentuarán los tonos verdes y azules y la habitación tendrá un aspecto más frío.
Para saber el color que da cada bombilla tenemos que fijarnos en la temperatura de color que tienen, ésta temperatura se mide en ºK (Grados Kelvin). Normalemente en el envase o caja de cada bombilla viene detallado. A continuación os dejamos un cuadro donde se aprecia el tipo de luz que dan las bombillas según su temperatura de color:
Como podeis apreciar, contra más temperatura, más fría es la luz que emiten.Por esto, debido a la influencia que genera la luz sobre la percepción del color, antes de elegir el tipo de lámpara y bombilla para iluminar la estancia, debemos pensar bien las tareas que realizaremos en ella, así como la sensación que queremos que desprenda ese rincón de la casa.